¿Qué ha pasado con los wearables?

Hasta hace relativamente poco los wearables eran el tipo de dispositivo más esperado, una joven promesa a punto de estallar, capitaneados por los smartwatches. Parecían dispuestos a ser la estrella de la escena hiperconectada. Pero ahora mismo, tras meses de lanzamientos y lanzamientos de productos, parecen una tecnología estancada, a la que los usuarios no le han hecho mucho o ningún caso.

Todas las marcas se fueron subiendo al carro de los wearables, pero aún así las ventas de este tipo de dispositivos no despegaban. Luego se pensó que esto mejoraría con la llegada del smartwatch más esperado, el iWatch, de Apple por supuesto. Sin embargo, tras el boom inicial y las típicas colas marca de la casa, el producto de Cupertino tampoco ha conseguido levantar el mundo smartwatch en particular, ni el de los wearables en general.

Las posibles flaquezas que ya se mencionaban sobre estos dispositivos cuando se esperaba el boom, siguen siendo evidentes. En primer lugar, su utilidad; es cierto que en el terreno de la salud y del fitness, los wearables tienen unas utilidades claras y provechosas que otros dispositivos no ofrecen. Sin embargo, más allá de este nicho concreto de mercado, los wearables siguen sin encontrar una funcionalidad, una utilidad que les proporcione el éxito esperado, más allá de ser un dispositivo en el que poder ver las notificaciones de nuestro smartphone sin tener que meter la mano en el bolsillo.

La tecnología wearable no ha calado entre los usuarios. Así lo demuestra el informe anual de Gartner sobre tecnologías emergentes. En él, los wearables ya alcanzaron su pico más alto y ahora afrontan una cuesta abajo. A pesar de ello puede verse como una oportunidad, una época más relajada, en la que quizás las compañías no actúen con prisa por tener su propio smartwatch, sino por ofrecer un wearable con funcionalidades distintivas y provechosas para los usuarios.

El desafío para las marcas es muy interesante. Y no podemos olvidar que el reto será aún mayor si se animan a hacerlo, porque si es así el volumen de datos, como ya se ha comentado, crecerá de manera exponencial, y el éxito de esta era hiperconectada dependerá de que toda la información recopilada por estos gadgets sea analizada e interpretada de la manera más eficiente posible.

La duda sigue planeando sobre los wearables que de momento no han marcado el paso como se esperaba. El boom ya ha pasado, pero veremos si las marcas le conceden una prórroga y se muestran decididas a aprovechar sus posibilidades, o si el smartphone sigue siendo el rey de reyes. El momento es muy interesante y los datos ya crecen sobremanera, pero si los wearables empiezan a sacar cabeza el mundo hiperconectado se volverá más interesante aún. Como siempre, el tiempo será quien dicte sentencia.

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Make Do

18 September 2015

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